El juego
infantil es mucho más que entretenimiento. Durante el juego, el niño y la niña
están ensayando patrones, comportamientos, actitudes ante la vida. A través del
juego van aprendiendo a ser mayores.
Como cada año
por estas fechas, son recurrentes las noticias que ponen el foco en la
separación sexista que se hace de los juguetes anunciados en los catálogos y
los pasillos de las grandes superficies y jugueterías. Puede decirse que, en
principio, un juguete no es sexista en sí mismo, pero puede serlo el modo en
que se presenta a la sociedad, si se dirige a niños o niñas en función de unos
estereotipos que coartan su libertad de elección, su libertad de ser. A estas
edades niños y niñas están indefensos ante la información sutil -y no tan
sutil- que les llega y que influye, sin duda, en el conjunto de creencias,
convicciones y criterios sobre cómo se supone que deben ser en el futuro.
Es precisamente
en estos momentos en los que se sientan las bases de los roles de género en los
que niños y niñas se acomodan naturalmente y que en un futuro pueden contribuir
a que se perpetúen las desigualdades que hoy vivimos. Para coeducar, los
mensajes que lleguen a niños y niñas deberían hacerles ver que a los bebés también
los cuidan los papás, que las averías de casa también las pueden solucionar las
mamás, que las mujeres pueden conducir bólidos, ser bomberas, pilotar aviones,
estudiar ingeniería, ser buenísimas jugando al fútbol o que los padres pueden ocuparse
de la plancha, ser sensibles, huir de lo agresivo o cocinar riquísimo.
Un año más en el
cole se ha puesto en marcha la campaña del juguete no sexista y no violento
realizado por nuestro alumnado con materiales reciclados y que se expondrán en
la entrada del edificio principal durante los días previos a las vacaciones de
Navidad.
Esperamos que
esta iniciativa contribuya a normalizar la idea de que no hay cosas de niños y
cosas de niñas, sino cosas de personas.
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